miércoles, 27 de mayo de 2020

Desde el lugar donde habitan las letras (3) Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata




LO BELLO Y LO TRISTE. YASUNARI KAWABATA

Me gustaría comentar muchos aspectos de este libro. En principio, me ha encantado la forma en que está escrito. En unas doscientas páginas, Yasumari Kawabata, primer japonés al que se le concedió el Premio Nobel de Literatura (1968), crea en lo que sería su última novela, Lo bello y lo triste (1965), un argumento potente que va desarrollando de una manera hermosa. Con una habilidad especial nos muestra el interior humano, en la psicología de los personajes. Con sencillez y naturalidad va introduciéndonos en las situaciones y los hechos que plantea en la novela.  Los diálogos son también un acierto; tienen una gran importancia, pues con ellos no hace falta narrar acontecimientos, ya que directamente abordan cuestiones de los personajes y del argumento.  En la trama, el pasado nos va llegando a la vez con la acción del presente, en el que se recuerda y se habla de él, y es la consecuencia de ese pasado dramático, que arrastran los personajes y que no lo olvidan. Por eso, en la novela hay temas con mucha fuerza: dolor, pasión, venganza, celos…  y se expresan sentimientos muy intensos. Pero este libro tiene las dos caras, lo bello y lo triste, como dice su propio título, una dualidad real de la vida. Lo hermoso y lo trágico, el amor y el odio, la juventud y la vejez… a veces, ni siquiera como extrema dualidad sino exponiendo las diferencias y variaciones de visión y de situación. Por una parte, el amor, la ternura, la sensualidad, el erotismo, la belleza personal y la de la naturaleza. Ésta se encuentra muy presente en toda la narración y la describe de una forma preciosa y magistral, que llega a los sentidos y conecta con los estados de ánimo. Además, va intercalando monumentos, lugares, costumbres, festividades, rituales y pequeñas historias de la cultura japonesa. Todo esto contribuye a restar dolor y dramatismo a la otra parte: la tristeza de los hechos que se narran.
En cuanto a los personajes, no son personajes planos, incluso sus dualidades, a mi manera de ver, los hacen más reales, porque podemos ser “buenos” y “malos” en nuestro comportamiento, en el presente y a lo largo de nuestra vida. El protagonista es un hombre, Oki, pero son las mujeres (Otoko, Keiko y Fumiko) las verdaderas protagonistas, porque Kawabata ha expresado con ellas la complejidad del comportamiento humano y lo que podemos llegar a hacer. Estas mujeres son personajes llenos, complejos y atrayentes, bien trazados y elaborados por el autor.
En la novela, son muchas las reflexiones directas o indirectas. En relación al tiempo, hay frases muy interesantes que nos hacen detenernos y pensar, como: “El tiempo y los ríos no corren para atrás”, “Tratar de asir la ocasión cuando ya pasó” o “El tiempo cósmico es igual para todos, pero el tiempo humano difiere con cada persona”. También se le da mucha importancia a los recuerdos, como momentos claves de nuestra vida que nos acompañan siempre y a los que les damos mucho valor. A veces, un simple olor, un determinado color, una expresión… nos trae recuerdos a nuestra mente.  Su complejidad hace que según pensemos en ellos, así lo sentiremos y así le daremos vida, actuando en consecuencia.
Otra de las cuestiones a comentar sería todo lo que aparece en la novela sobre el arte: la pintura y la escritura. Otoko y su discípula, Keiko, son pintoras. Oki, es escritor y su mujer es quien le pasa a máquina los manuscritos. Se habla de cuadros y libros, de los procesos de la pintura y de la escritura, de las experiencias personales a la hora de pintar y, sobre todo, al escribir. Estas reflexiones son cruciales en la narración: utilizar lo personal como tema de escritura, ya que Oki publica una novela sobre un episodio de su propia vida.
En mi opinión es un buen libro, moderno por cómo trata la relación afectiva entre dos mujeres, con un planteamiento duro y difícil pero real. Bien tratado y escrito con gran sensibilidad, lirismo y elegancia. Los diálogos tan directos y los personajes, me han recordado a Tokio Blues de Haruki Murakami, por lo que Kawabata es un escritor que ha marcado a la literatura japonesa.
El final de la novela me ha dejado con preguntas y con muchas ganas de comentarlo con otras personas para conocer sus opiniones. Lo bello y lo triste es uno de los libros que estamos leyendo en los clubes de lectura de la biblioteca y aunque seguimos en contacto enviando nuestros comentarios por correo electrónico y whatsApp, se echan de menos las reuniones y el poder compartir y discutir las diferentes interpretaciones de nuestras lecturas. Todo volverá.


martes, 19 de mayo de 2020

Desde el lugar donde habitan las letras (2) La novela del buscador de libros por Isabel Pérez Sánchez 19 mayo 2020




LA NOVELA DEL BUSCADOR DE LIBROS de Juan Bonilla por Isabel Pérez Sánchez
Desde un lugar donde habitan las letras (2)
Comenzar a leer la historia de un buscador de libros en los días de confinamiento, en una situación en la que bibliotecas, librerías, celebraciones en relación a los libros y a las actividades culturales… se encuentran cerradas o en un periodo de espera, fue chocante. Pero a medida que lo iba leyendo, me abría puertas y me fue llevando por muchos lugares y ha sido maravilloso ese paseo que Juan Bonilla nos va relatando. Nos cuenta las pequeñas cosas, sus avatares, alegrías por encontrar un determinado libro y por conocer a las personas que los escriben, sus viajes y recorridos buscando libros por gran parte del mundo, anécdotas, dedicatorias, su juventud vivida con arrolladora ilusión por leer, por aprender, por compartir lecturas, por hacerse con el néctar de la vida, que para Bonilla es la lectura, la escritura y esa búsqueda insaciable de libros, cuántos más mejor...
En su búsqueda trata de muchos libros: los conseguidos y los que todavía no, que él los llama: su biblioteca visible y la invisible, de la que he ido apuntando numerosas referencias. Pero en este libro, autobiográfico y de ensayo, hay bastantes cuestiones que comentar. De principio, quiero decir algo que el mismo Bonilla confiesa: que le gustan más los libros sobre poetas y novelistas que las propias producciones de los autores. Leyéndolo me ha pasado esto a mí, es decir, aunque he aprendido mucho de sus reflexiones y del recorrido que nos muestra por la Literatura (títulos, autores, contenidos, libreros, librerías, lugares emblemáticos, etc.), por encima de todo, me quedo con lo que cuenta de él mismo, de su vida. Cuando nos descubre sus ilusiones y desengaños, cuando nos transmite en cada anécdota sus deseos… y veo a la persona. Sus inquietudes de buscador de libros, que me ha dejado un camino abierto de expectativas, porque el motivo primordial de la búsqueda es la búsqueda misma.
Juan Bonilla reflexiona sobre tantos aspectos de los libros, la lectura y la literatura, que es un libro para tener en casa, como dice mi compañero y amigo Joaquín, y poder releerlo en cualquier momento. Por ello, es difícil poder comentar todas sus aportaciones, por lo que voy a destacar dos:
Una, en relación a la lectura en concreto de El Quijote, que por mi parte es de justicia decir, que mi auténtico descubridor de este libro fue el escritor José María García, en un magnífico taller que dio en nuestra biblioteca, porque desmenuzaba cada capítulo y me hizo darme cuenta de muchos aspectos y detalles. Bonilla trata sobre esta universal novela y nos dice que la lectura de los libros de caballería condujeron al hidalgo a los caminos, creyéndose un personaje literario y los caminos lo engrandecieron e hicieron de él un personaje emocionante, cargado de sabiduría y de humanidad. Por lo tanto, la misión de los libros en El Quijote, según Juan Bonilla, fue la de impulsar al protagonista a zambullirse en la vida. Por ello, destaca que la importancia de la lectura, es la que te saca del libro y te lleva a hacer algo en tu propia vida, a desarrollarla, a decidirla… como si la lectura diese instrucciones para pedir a la persona que está leyendo que elija (elegir es la madre del verbo leer, porque el lector es siempre un elector) y tiene que decidir y determinar “salir a los caminos”. La lectura como “impulsadora” es la verdadera literatura para Bonilla, la que no se conforma con ser meramente literatura, sino la que te toca una parte tan esencial de ti, que te hace pensar y buscar, para tener tu propia vida. La lectura transformadora con la que sales engrandecid@.
Con ello, entro en la segunda cuestión que quiero resaltar de lo que nos escribe Juan Bonilla: la importancia de la literatura que consigue que entre sus páginas puedas encontrar algo de vida suficiente para agrandarnos la memoria, para añadirnos recuerdos de otros a los nuestros… la que nos hace que cuando estamos leyendo, dejemos que el libro nos lea a nosotros y nos saque reflexiones, experiencias, respuestas a pensamientos iniciados, cuando nos convierte en otros… esa es la literatura que nos está agrandando. La que no nos sustituye el mundo que nos ha tocado vivir, sino que lo utiliza como trampolín y vehículo para darnos más vida. Una literatura que ayuda, que reconforta y que nos formula posibilidades. Como dice Bonilla “Es un refugio, sí, pero un refugio en el que lo que importe es vivir”.

miércoles, 6 de mayo de 2020

3 escritores - 3 libros. DESDE UN LUGAR DONDE HABITAN LAS LETRAS (1)por Isabel Pérez Sánchez. Biblioteca Pública Municipal Poeta "Rafael Esteban Poullet"


TRES ESCRITORES - TRES LIBROS
Desde un lugar donde habitan los libros (1)
por Isabel Pérez Sanchez.


La semana pasada fue la festividad del Día del Libro. Una celebración que se hace difícil de festejar estando cerrados los edificios y lugares dedicados a los libros. Pero dentro de las bibliotecas se trabaja preparando los fondos bibliográficos y  actividades para cuando puedan abrir sus puertas; en las librerías se empaquetan pedidos; las ferias del libro y otros encuentros y presentaciones se posponen para otros momentos… y tod@s seguimos leyendo para aprender, disfrutar, coger fuerzas, ilusionarnos, aguardar la espera y para que el reencuentro sea aún más dichoso.
Me gustaría hablar de libros, porque el leer me salva, y en este tiempo de confinamiento me ha ayudado el poder contar con bastantes libros en casa. Entre ellos, tres de tres escritores con recientes presentaciones de sus libros en El Puerto y que quisiera comentar: Pablo Aguayo “La Plaza de la Oscuriá”, Ángel Mendoza “El año del poeta” y Pepe Mendoza “En defensa nuestra”. Los tres me han sorprendido muy gratamente. Con los tres libros he disfrutado y me ha alegrado mucho saber que conozco a sus autores y poderles decir que ha sido una satisfacción leerlos y ver tres triunfos: gracias, gracias, gracias… y llegará el día en que pueda dárselas en persona a cada uno.
En los tres libros he encontrado al propio escritor. Me parece muy bien el que las personas escriban sobre sus raíces, sobre lugares y cuestiones de sus propias historias personales. Es como una forma de agradecimiento y lo expresan en forma de libro, mencionando y rescatando hechos que, de no hacerlo, podrían quedar en el olvido. Con los tres he podido “conversar”, porque me  han contado hechos y situaciones históricas vividas, pasado y presente y se ha dado el diálogo. Los tres han sabido reflejar ambientes, momentos históricos, sociales, políticos en los que se sitúa lo que van narrando, los detalles, los lugares, los términos y “palabras claves”, como yo digo, que me han hecho “despertar” un pensamiento, un recuerdo, algo también vivido y que ya parecía olvidado, trayéndomelos con su escritura a mi presente al rescatarlo de mi memoria. Con los tres he recreado y recordado trozos y momentos de mi propia vida y se lo agradezco.
Pablo Aguayo con La plaza de la Oscuriá, trata temas sobre la Guerra Civil y de una época de la que todavía queda mucho por escribir: la Transición Española. Su narración trascurre entre El Puerto y Ronda, sobre todo en esta última ciudad que es su pueblo natal.  Aguayo investiga, denuncia y da a conocer siempre episodios de nuestra historia reciente. Desarrolla un argumento policíaco, de búsquedas, de mucha acción y de dos personajes que recobran una antigua amistad.
Ángel Mendoza en El año del poeta, relata la vida de un joven que se ve inmerso dentro de una trama detectivesca, en una situación sociopolítica clave para la historia de España, como fue su transición política y, concretamente, la llegada de Rafael Alberti a nuestra ciudad en 1977. Recrea muy bien la atmósfera de esa época en El Puerto y sobre todo la frescura y la juventud del protagonista que va aprendiendo y descubriendo lo que serán experiencias claves para su vida y que me han hecho sentir que también estuve allí.
Pepe Mendoza con En defensa nuestra, me ha hecho reír, me ha emocionado y me ha hecho recordar y recordar y traerme a la memoria unos años, detalles y anécdotas que al leerlos me he dado cuenta de que forman parte de una memoria colectiva, que muchas personas hemos vivido. Todos sus artículos muestran una gran sagacidad para hilar y unir sabiduría, humor y vivencias. Textos cortos pero muy necesarios, porque conectan y forman parte de nuestras historias personales, que ya tenemos la suerte de poder guardar por escrito para que nunca se nos olviden.
Como dice el escritor Juan Bonilla en su libro La novela del buscador de libros (otra que me he leído en estos días), la literatura que le gusta es la literatura que no se conforma con ser literatura, es la que extrapola su naturaleza, para quedársenos en las manos o en las entrañas, como parte de nuestra historia, como fundamento de lo que somos… Estos tres libros forman parte de esa literatura que también me atrapa a mí y que se queda para siempre conmigo.


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