Son muchos los testigos y documentos que informan de la participación femenina durante la Guerra de la Independencia. De acuerdo con estas fechas, como consecuencia del carácter popular y espontáneo de levantamiento antinapoleónico de 1808, las mujeres se unieron a los hombres en la salvaguardia de sus hogares y familias, y en contra de la intromisión extranjera. En este sentido, debido a las necesidades del conflicto y ante la gravedad de la situación, se hicieron accesibles a las mujeres prácticas tradicionalmente masculinas como la lucha armada en defensa de la patria o la colaboración logística y estratégica en el combate. Así encontramos mujeres participando activamente en la resistencia de las ciudades asediadas, abasteciendo a las tropas, colaborando con las partidas guerrilleras o ejerciendo de espías. Como la crisis abierta en 1808 inició un doble proceso de guerra y revolución, la normalidad social se vio alterada y, del mismo modo que sucede en todos los procesos revolucionarios, las mujeres salieron a la luz, ocupando el espacio público convirtiéndose en sujetos de su propia historia y protagonistas del cambio político y social
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